El ciclismo tiene un sin número de modalidades que en algunos casos son desconocidas o poco comunes, el gravel es una de estas. Esta se practica en la mayoría de los casos en carreteras poco transitadas, aunque no importa su estado de conservación.
Los aventureros aman el gravel porque les permite recorrer pistas de grava o arena y viajar por senderos fáciles, siempre y cuando no tengan piedras ni raíces. Esta modalidad ha sumado seguidores los últimos años porque elimina las limitaciones de una bicicleta de carrera.
El acero es un aliado fundamental en el gravel, ya que sus increíbles propiedades elásticas dotan las bicicletas que se usan en esta disciplina. Estas bici, no cuentan con suspensiones de un confort extra y tiene un estilo vintage que es muy atractivo.
Cómo son las bicicletas que se usan en gravel
La geometría de este tipo de bicicletas es similar a la que se usa en la carretera de gran fondo. Tienen un manillar curvo, con las ruedas adaptadas para ser usados en otros terrenos fuera del asfalto.
Los neumáticos de estas bicicletas tienen una medida habitual que suelen ser desde 700 x 35 hasta 700 x 40. Cabe destacar, que existen gran cantidad de medidas que pueden estar tanto por debajo como por encima.
De igual forma, estas bicicletas son ideales para recorrer largas distancias sobre cualquier superficie, por eso es común ver algunas con parrillas portabultos. Otras de las bondades que tiene esta bicicleta es en el cuadro de la horquilla. Allí posee gran cantidad de roscas repartidas estratégicamente.
A las bicicletas de gravel es común que le instalen guardabarros, portabidones, portabultos que son esenciales durante un largo viaje. Además, deben contar con frenos de disco y sus pedales son de MTB.
Este tipo de bicicletas pueden ser de gama baja, media y alta dependiendo del ciclista y puedes encontrar modelos de aluminio y otros más costosos que son de carbono o titanio.