El sumo, el deporte nacional de Japón, está profundamente arraigado en la cultura y las tradiciones del país. Dentro de este mundo lleno de rituales y disciplina, los yokozuna representan la cúspide del éxito. Este título es otorgado solo a los luchadores más excepcionales, quienes combinan fuerza, técnica y dignidad.
¿Qué es un Yokozuna?
Un yokozuna es el rango más alto que un luchador de sumo puede alcanzar. Este título no se otorga únicamente por victorias; también se exige un comportamiento ejemplar dentro y fuera del dohyo (el ring de sumo). Los yokozuna sumo son figuras de respeto y honor, y su ascenso a este nivel conlleva una responsabilidad que trasciende el ámbito deportivo.
El concepto de yokozuna sumo se remonta al siglo XVIII. Inicialmente, no era un rango oficial, sino un título ceremonial otorgado a los luchadores destacados para realizar demostraciones especiales. Fue hasta mediados del siglo XIX cuando el título adquirió su estatus actual. Desde entonces, los yokozuna han representado no solo a los mejores luchadores, sino también a los guardianes de las tradiciones del sumo.
Los yokozuna más famosos de la historia
Raiden Tameemon (1767–1825)
Aunque nunca fue oficialmente reconocido como yokozuna, Raiden Tameemon es considerado uno de los mejores luchadores de sumo de la historia. Con un impresionante récord de 254 victorias y solo 10 derrotas, su dominio en el dohyo fue legendario. Su fuerza y técnica lo convirtieron en un modelo para las generaciones futuras.

Tanikaze Kajinosuke (1750–1795)
Tanikaze fue el cuarto yokozuna oficial y el primero en recibir el título formalmente. Conocido por su enorme tamaño y habilidad, acumuló 258 victorias durante su carrera. Fue un pionero que estableció la base para lo que se espera de un yokozuna sumo moderno.
Futabayama Sadaji (1912–1968)
Con un récord inigualable de 69 victorias consecutivas, Futabayama es uno de los nombres más respetados en el sumo. Su dominio en el dohyo durante los años 30 y 40 consolidó su lugar en la historia como uno de los yokozuna sumo más exitosos.
Taihō Kōki (1940–2013)
Considerado uno de los mejores de todos los tiempos, Taihō ganó 32 torneos durante su carrera, un récord que se mantuvo por décadas. Su elegancia y técnica impecable lo hicieron un ícono del deporte.
Kitanoumi Toshimitsu (1953–2015)
Kitanoumi fue el yokozuna más joven de la historia, alcanzando este rango a los 21 años. Su fortaleza y determinación lo convirtieron en un luchador casi imbatible durante la década de 1970.
Yokozuna extranjeros

Akebono Tarō (1969–)
Akebono fue el primer yokozuna sumo nacido fuera de Japón. Originario de Hawái, este luchador marcó un antes y un después en el deporte, demostrando que la grandeza en el sumo no se limita a los luchadores japoneses.
Asashōryū Akinori (1980–)
Hailing from Mongolia, Asashōryū revolucionó el sumo con su estilo agresivo y su habilidad para dominar el dohyo. Durante su carrera, ganó 25 torneos, consolidándose como uno de los yokozuna sumo más influyentes.
Hakuhō Shō (1985–)
Hakuhō es ampliamente reconocido como el mejor luchador de sumo de la historia moderna. Con 45 títulos de torneo, su récord es insuperable. Su combinación de fuerza, técnica y compostura lo eleva al nivel más alto de la élite de los yokozuna sumo.
El Legado de los Yokozuna
Los yokozuna no solo son luchadores excepcionales; también son embajadores de las tradiciones japonesas. Cada uno de ellos lleva consigo la responsabilidad de mantener la pureza y el prestigio del sumo. A lo largo de los años, su influencia ha ayudado a que el deporte trascienda fronteras, ganando seguidores en todo el mundo.
El camino para convertirse en yokozuna sumo es arduo y requiere una combinación de habilidades únicas:
- Dominio técnico: Un yokozuna debe demostrar maestría en las técnicas del sumo.
- Fuerza física: La capacidad de superar a oponentes más grandes o más rápidos es crucial.
- Dignidad y conducta: Más allá de las victorias, un yokozuna debe ser un modelo de comportamiento.
Conclusión
Los yokozuna sumo representan lo mejor de este deporte milenario. Desde los pioneros como Tanikaze y Raiden hasta los íconos modernos como Hakuhō, cada uno ha dejado una marca indeleble en la historia del sumo. Su legado continúa inspirando a nuevos luchadores y cautivando a fanáticos de todo el mundo, demostrando que el sumo es más que un deporte: es una expresión viva de la cultura y el espíritu japonés.